lunes, 1 de noviembre de 2010

Capturing the Friedmans (2003) dir. Andrew Jarecki

Debo confesar que el documental nunca ha sido un género que me atraiga en demasía, me declaro fiel seguidor del relato ficticio en el cine. A pesar de ello jamás he dudado de la capacidad del género documental para crear obras maestras donde, muchas veces, la realidad supera a la ficción. 

El director Andrew Jarecki se proponía hacer un documental acerca de David Friedman, el mejor payaso de Nueva York cuando, por casualidad, se percató de que este se rehusaba responder preguntas acerca de su familia. Cual habrá sido su sorpresa al descubrir que esta se vio envuelta en un caso de pederastia en los años ochenta.

El caso va más o menos así: Arnold Friedman, esposo y amoroso padre de tres hijos varones y profesor jubilado, daba clases de piano y computación en las tardes cuando arrestado por la policía de Long Island por la posesión de pornografía infantil. Se pasó, entonces, a hacer un interrogatorio a todos sus alumnos y, sin ninguna prueba física, varios admitieron haber sido abusados sexualmente por su profesor y el hijo menor, Jesse, que ayudaba en las clases a su padre.

Culpados de cientos de delitos de pederastia, la familia Friedman graba un vídeo casero donde se documenta el día a día de sus integrantes mientras pasan por el proceso judicial del padre Arnold y, el hermano Jesse. Es aquí donde el director pone en evidencia la mayor cantidad de testimonios a favor y en contra, siempre tomando un punto de vista neutral. El espectador, entonces, se ve envuelto en una investigación policíaca que se combina con el drama de una familia destruida. 

Dada la naturaleza incómoda del delito y la ambigüedad de las acusaciones, es difícil imaginar que una persona como Arnold Friedman pudiese cometer tales barbaridades. Mientras cartas y testimonios de personas cercanas nos aseguran lo contrario, logra que el espectador cambie de opinión a cada minuto del metraje. Se crea, entonces, una conexión entre personajes tan singulares, muy a pesar de que hayan sido satanizados y descritos como monstruosidades  para la policía y los habitantes de Long Island. 


Por terribles que sean las acusaciones, la injusticia y el show mediático al que fueron sometidos Arnold y Jesee Friedman resulta inaceptable. Las supuestas víctimas, junto con la sociedad norteamericana pasan a ser, entonces, los villanos de esta historia. 

Testimonios de policias, investigadores y víctimas son montados a la par de las desgarradoras historias de la madre, el hermano mayor, David y Jesee; tratando de atrapar la verdad, esa escurridiza que, incluso al final del metraje, no se logra conseguir.  No es solo un documental acerca de una investigación policiaca, si no la historia de se destruye la armonía familiar.

Calificación: E!

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