

Es así como el director junta a dos personas que, a simple vista, podrían parecer diferentes, pero que en el fondo son dos almas que comparten una sola cosa: la soledad. En sus cartas ambos hablan acerca de los traumas de la niñes, el suicidio, la religión y la depresión y lo hacen de una manera ácida y, hasta cierto punto, desinteresada. Con citas que obligan al espectador a entrar en una profunda reflexión acerca de la propia naturaleza de las relaciones con la familia, con los amigos, y la pareja. Sus cartas pueden ser, al mismo tiempo una tierna caricia o un acogedor abrazo, que una fría y dura bofetada. Desolador relato acerca de la sociedad actual vista desde el punto de vista de dos excétricas personas que han sido olvidadas por la misma.
Una estética sumamente cuidada: la fotografía en escala de grises y sepia para los ambientes neoyorquino y australiano, respectivamente. Acompañados de personajes muy expresivos que pueden rayar en lo grotesco le dan un toque de originalidad que nunca podrá igualar la animación 3D. La película no es para todo público ya que podría incómodar a gran parte de la audiencia, sin embargo es envidiable la nobleza y valor del realizador de mostrar temas controversiales y duros tocados de una forma divertida y tierna. Aunque, al final, esta no es una cinta de animación con un final complaciente o esperanzador ya que, al igual que la vida misma, es cruel y desesperanzadora.
Calificación: E!
Calificaciones:
E = Extraordinaria
MB = muy buena
B = buena
R = regular
M = mala
AS = asquerosamente mala
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